Debemos preguntarnos si hemos entendido por qué estamos en este mundo. Cuando comprendemos que Dios nos hizo con amor y ternura para que Él sea glorificado en cada uno de nosotros a través de su amado Hijo Jesús, entonces tenemos que examinarnos si en realidad estamos cumpliendo con el verdadero propósito en nuestras vidas.
Hemos sido creados en amor y libertad, cada quien es libre en hacer lo que desea. Dios es amor y no se contradice, su voluntad es que lo amemos con un corazón sincero, que dependamos de Él como nuestro Padre que es; pero ese amor debe ser por decisión propia, nos ha dado libre albedrío, el poder de decidir entre el bien y el mal, Él no obliga a nadie a amarlo.
Sabemos muy bien que somos su creación, pero a causa del pecado estamos en un mundo caído, nuestras malas acciones han ofendido a Dios. Le hemos dado derecho legal a Satanás y a sus demonios para que tomen control de nuestras vidas. Todo lo que el enemigo ofrece es mentira, ha engañado a la humanidad desde la creación del mundo.
Satanás ha hecho creer a muchos que son todopoderosos y dueños del mundo, y a otros a vivir en esclavitud con sus mentes atadas y sometidos en la ignorancia espiritual para que no se viva el verdadero propósito que estaba en el corazón de Dios cuando cada uno de nosotros fue creado y puesto en este mundo.
"El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10)
El caos que se vive en el mundo es ocasionado por las malas decisiones que la humanidad ha tomado a lo largo de la historia, de igual manera se han tomado malas decisiones en el ámbito familiar y personal. Se viven desgracias, frustraciones y dolores que hemos tomado sin tomar en cuenta a Dios, sino guiados por el orgullo, la ignorancia o maldiciones que se han arrastrado de generación a generación.
"Dios se opone a los orgullosos, trata con bondad a los humildes" (Santiago 4:6)
Debemos confrontarnos a nosotros mismos y analizar porqué hacemos lo que hacemos. Dios nos quiere bendecir a todos, pero muchas veces creemos que es bendición de Dios cuando obtenemos logros y nos hacen sentir "realizados". ¿Pero realmente eso que hemos logrado es la voluntad de Dios? ¿Estamos siendo bendición para otros? ¿Tenemos paz y gozo en nuestro corazón que nos produce salud, o lo que hay es amargura y ansiedad que nos enferma? ¿Hay unión y amor en la familia? Todas estas preguntas nos la debemos hacer para saber si lo que estamos haciendo es agradable a Dios y si es su voluntad.
Y lo más importante, cuestionemos si lo que nos mueve es el orgullo por demostrar a los demás los logros económicos, profesionales, físicos, y aun los espirituales, y si eso nos hace sentir superiores a los demás, estamos engañados y debemos arrepentirnos, pues el Señor resiste a los orgullosos, pero se conmueve con el corazón humilde y lo exalta.
"El hombre hace muchos planes, pero solo se realiza el propósito divino" (Proverbio 19:21)
No significa que no debemos hacer planes, tener sueños y metas, pero si tenemos una relación con el Padre mediante su Hijo Jesús, nos mostrará a través del su Santo Espíritu aquello que nos conviene para que se realice nuestro verdadero propósito donde Él sea glorificado con nuestras acciones, y al mismo tiempo nosotros tengamos vida y vida en abundancia, por la cual Jesús dio su vida en la cruz. Donde hemos sido puestos debemos dar vida, en nuestro trabajo, en el hogar, y amistades, y en todo lugar. En los lugares sencillos o de empoderamiento donde estemos colocados, es ahí donde debemos dar fruto y cumplir con nuestro propósito, lo cual nos llena de gozo y nuestra vida tiene sentido.
"Dios nos salvó y nos ha llamado a consagrar nuestra vida, no por lo que nosotros hayamos hecho, sino ese fue su propósito y porque nos amó en Cristo Jesús" (2 Timoteo)
Tanto nos amó Dios que envió a su único Hijo para que fuéramos redimidos con su preciosa Sangre, somos nuevas criaturas, hijos amados donde Él desea derramar todo su amor. Espera que nosotros lo amemos, lo honremos y obedezcamos, y de esta manera recibiremos todas las bendiciones que tiene reservadas para cada uno de nosotros. Cada uno somos únicos y especiales, Él no nos ve en serie, sino en nuestra individualidad. No debemos desear, ni imitar la vida de otros, cada quien dará cuenta de su llamado, talentos y dones que fueron concedidos para cumplir con nuestro propósito. Hemos sido sellados con el Espíritu Santo para dar abundantes frutos.
"Pues Dios es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien los ayuda a llevarlos a cabo, según su buena voluntad"
Cuando estamos cumpliendo el propósito de Dios en nuestras vidas, es Él quien nos ayuda a llevarlos a cabo, nos dirige por donde ir y qué decisiones tomar de acuerdo a su voluntad. Todos estamos llamados a amar y hacer buenas acciones por amor a Dios y al prójimo, no para ganar mérito delante de Él, pues nuestras obras no tienen ningún valor, ya que quien hizo todo por nosotros es Jesús al perdonarnos y redimirnos con su Sangre preciosa, trajo el reino de Dios a nosotros y nos dio a conocer al Padre. Cuando nos sometemos a Dios, y nos arrepentimos de nuestros pecados y dejamos nuestra vieja naturaleza atrás, entramos a su reino invisible establecido aquí en la tierra. Él es el Rey, y ante Él nuestra vida y todas las cosas deben estar sometidas, y cuando nos toque partir de este mundo seremos aprobados como hijos fieles y disfrutaremos de un reino eterno de amor, gozo y paz ante su presencia.
"Pues por la bondad de Dios ustedes han recibido la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que les ha sido dado por Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede jactarse de nada." (Efesios 2:8)
No podemos jactarnos de ninguna buena acción, pues es Dios quien pone el hacer como el querer en nosotros para que las realicemos. Pero también en libro de Santiago no exhorta en que la fe debe ir acompañada de acciones, ósea que la fe nos lleva al amor y el amor se manifiesta en obras, pero no son las obras las que nos salva, sino que la fe que es la que produce hechos. Si decimos que amamos a Dios y vemos necesidades en otros, y está en nosotros ayudar y no lo hacemos, nuestra fe no sirve. "Hermanos míos, ¿de qué sirve a uno decir que tiene fe, si sus hechos no lo demuestran? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? (Santiago 2:14)
Si realmente amamos a Dios nuestro deseo es hacer su voluntad en todo. No sigamos cometiendo los mismos errores que hemos cometido en nuestra imperfección. Él nos ama y desea que seamos plenamente felices, pero solo cuando encontremos nuestro verdadero propósito en nuestra vida podremos vivir la plenitud que el Padre nos ofrece.
Dirijámonos a Él con toda la confianza de un hijo hacia su Padre, Él está atento a cumplir las peticiones de nuestro corazón, aquellas que estén de acuerdo a su voluntad. Nos quiere bendecir y prosperar en todas las áreas de nuestra vida, no solo se debe buscar la prosperidad material. Es muy frustrante cuando el enfoque es solamente esa área y no hay armonía en lo espiritual, en lo familiar, social y en nuestro cuerpo que es su templo. Es un concepto errado que el mundo ofrece hacer creer que valemos solamente por lo externo y no se cultiva lo interno. Así como prospera nuestra alma, somos properados en todo.
En aquel día ya no me preguntarán nada. Les aseguro que el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Hasta ahora, ustedes no han pedido nada en mi nombre; pidan y recibirán, para que su alegría sea completa" (Juan 16:23.24)
¡¡El Señor les bendiga!!
Versión Dios Habla Hoy