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viernes, junio 24, 2016

Maravilloso amor

“Dios mostró su amor hacia nosotros al enviar a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él. El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, para que ofreciéndose  en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados” (1 Juan 4:9.10)

Dios nos demostró su maravilloso amor cuando nos creó, nos pensó con ternura y cuidó de cada detalle.  Somos su obra perfecta. Nos dio un lugar precioso para vivir, y lo acondicionó de tal manera que nos deleitáramos  con cada una de sus majestuosas obras.  Creó  cada uno de los elementos que forman nuestro cuerpo y la tierra, sino no pudiéramos existir físicamente. Nos dio variedad de alimentos, y nos recreó con hermosos animales y paisajes. Nos dio un cerebro con billones de neuronas que son como pequeñitas computadoras que controlan  nuestro cuerpo, y es el receptor de nuestra mente. En la mente es donde está el intelecto, nuestras emociones y nuestra voluntad, y es donde se desarrolla el conocimiento, nuestra personalidad y la toma de decisiones. Nos dio también un espíritu, que es el aliento de vida y es el que se comunica con nuestro Padre. Pero lo grandioso es que el cuerpo, el alma y el espíritu nos hacen una persona, y nos hace únicos y especiales.

Sabemos cómo entró el pecado y quien lo introdujo. Dios hizo su creación pura y su sueño era disfrutar de sus hijos y tener una íntima relación. Satanás fue un ángel creado por Dios. Lo creó muy bello, era perfecto, le dio autoridad,  y le dio a conocer los secretos de la creación. Le dio categoría de virrey. Pero en él entró el orgullo y  se rebeló contra Dios, quiso igualarse a su creador y fue expulsado del cielo. Se llenó de mucho odio,  llegando a odiar a Dios y a toda su creación. 

“Tu conducta fue perfecta desde el día en que fuiste creado hasta que apareció en ti la maldad. Con la abundancia de tu comercio te llenaste de violencia y de pecado. Entonces te eché de mi presencia; te expulsé del monte de Dios, y el ser alado que te protegía te sacó  de entre las estrellas. Tu belleza te llenó  de orgullo; tu esplendor echó a perder tu sabiduría. Yo te arrojé al suelo, te expuse al ridículo en presencia de los reyes” (Ezequiel 28:15.17)

Satanás arremetió contra la humanidad. Quiso desquitarse de Dios y junto a otros  ángeles caídos han atacado al ser humano desde los tiempos de Adán y Eva. Indujo a la desobediencia a la primera pareja puesta por Dios en la tierra para que gobernara y dominara todo cuanto había creado, y de esa manera entró el  pecado. La desobediencia es un derecho legal que se le da a Satanás para que controle nuestras vidas, y  Adán y Eva le concedieron ese derecho. Desde entonces la humanidad ha sido controlada por fuerzas oscuras.  Dios es Santo y justo, estableció leyes en el cielo y en la tierra y nada impuro puede entrar ante su presencia. Sus leyes no pueden ser quebrantadas, no existe ley sin castigo, y el castigo es la muerte eterna, estar separados de ÉL y pasando la eternidad en el infierno. Todos estábamos destinados al infierno, no hay un solo ser humano que haya vivido en la tierra que no haya pecado, todos somos pecadores. Nadie puede cumplir sus leyes porque la naturaleza pecaminosa que heredamos nos impide hacer lo bueno y lo justo

“Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y trajo consigo la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron.”   (Romanos 5:12) 

Dios es Santo, justo y recto, pero también es amor, misericordia y compasión. “Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo”. (Juan 3:16) El amor de Dios es puro y eterno, Él nos ama  a pesar de que lo hemos defraudado, y le seguimos fallando. Sabe que por sí solos no podemos alcanzar la salvación, y por esa razón envió a su Hijo. La única manera de ser libres de pecado era un sacrificio sin mancha y el único libre de pecado era su hijo Jesús, quien dio su vida en sacrificio por nosotros y de esa manera salvarnos para que podamos alcanzar las bendiciones aquí en la tierra y un día disfrutar de su presencia en el cielo. Y así como por medio Adán entró el pecado, por medio de Jesús llegó la salvación para aquellos que lo han aceptado como su único y suficiente salvador

“Pero el delito de Adán no puede compararse con el don que Dios nos ha dado. Pues por el delito de un solo hombre, muchos murieron; pero el don que Dios nos ha dado gratuitamente por medio de un solo hombre, Jesucristo, es mucho mayor y en bien de muchos” (Romanos 5: 15)

Dios en su soberanía nos dio libre albedrío. Nosotros decidimos obedecerle y amarle, o dejarnos llevar por la corriente de este mundo y los engaños del diablo, que son desastrosos. Si decidimos seguirle y hacer su voluntad, Él nos ha bendecido con miles de promesas que están en su palabra y que desea concedérnosla mediante la fe y confianza en su hijo Jesús, que pagó nuestra deuda. Dios desea que todos seamos salvos, Dios no hace acepción de personas, ama al asesino, al ladrón y a todo aquel que se encuentra sumido en cualquier pecado que aparenta ser inofensivo.  Lo único que nos pide es que reconozcamos nuestro pecado, nos arrepintamos, lo confesemos, y Él nos dará la fuerza para  mantenernos firmes. Nos dice que le pidamos, pidamos con confianza a nuestro Padre, Él nos quiere dar todo lo bueno y de buen provecho para nosotros y nuestra familia.

“Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos. Porque él me ama y me conoce. Cuando me llame le contestaré, ¡Yo mismo estaré con el! Lo librare de la y lo colmare de honores, le haré disfrutar de una larga vida. ¡Le haré gozar de mi salvación!” (Salmo 91:14.16)



¡Bendiciones!


Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”