Dios es amor, y si ya le abrimos nuestro corazón;
ahora nos toca amar y perdonar. Jesús, en San Marcos 12:30, nos dice que “amemos al Señor con todo nuestro corazón,
con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestra fuerzas”.
Y el segundo es " Ama a tu prójimo
como a ti mismo" Ningún mandamiento es más importante que éstos (San
Marcos 12:31).
Como vamos
tras la mujer virtuosa que queremos ser, debemos examinar nuestro corazón. Cómo
está en el amor y el perdón. Sabemos que el Señor nos ama tanto que dio a su
hijo para el perdón de nuestros pecados. Y de esa misma manera Él espera que
nosotros amemos. Pero para amar debemos primero liberarnos de todo aquello que nos impide amar. Nos dice San Pedro 4:8: “Haya sobre todo, mucho amor entre ustedes,
porque el amor perdona muchos pecados”. Y es que cuando nosotros decidimos
amar, somos capaces de perdonar, porque el amor nos da libertad.
Amar y
perdonar es una decisión personal. Decidimos obedecer el mandamiento que el
Señor nos da o seguimos por la vida cargandonos de dolor y rencor. Muchas veces
estamos tan enfocadas en nosotras mismas, que no nos damos cuenta que hemos
sido causa de dolor en otros. Vamos por
la vida esperando que nos entiendan y nos acepten, pero no podemos recibir lo
que nosotras no hemos dado.
"No se
engañen ustedes, nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se
cosecha". (Gálatas 6:7). Si sembramos amor, cosecharemos amor, si
sembramos rencor, eso recibiremos. Jesús nos habla que amemos al prójimo como a
nosotros mismos, entonces quiere decir que nosotros nos debemos de amar. Eso no
significa que seamos narcisistas, sino que entendamos lo que somos como hijas amadas de Dios, cada una somos
únicas y especiales. En cada una hay un valor incalculable, que debe ser
manifestado para que el propósito por el cual fuimos creadas se cumpla en
nuestras vidas.
Todas de
alguna manera hemos sido heridas, incomprendidas y rechazadas. Muchas aún
guardan heridas y recuerdos muy dolorosos desde su niñez. Tal vez sus padres
por ignorancia nos les dieron el amor que necesitaban, otras fueron abusadas
física y psicológicamente, o en la escuela sufrieron rechazo de parte de
compañeros o algún profesor. También lo recibimos de personas que llegan a
nuestras vidas, a las cuales les hemos abierto nuestros corazones y nos lo han
lastimado.
Hay mucho por
qué y a quiénes perdonar. Un esposo que traicionó y causó mucho dolor, un padre
ausente, una madre que no entendió, hermanos indiferentes, amigos
superficiales, un jefe duro y frío, compañeros de trabajo donde hay rivalidad,
personas que han levantado calumnias sin conocer a fondo las
circunstancias. Sabemos que el enemigo
está al acecho. Dice en la Biblia que anda como león rugiente tratando de
devorar, pero va a devorar a aquellas personas que se encuentran alejadas de la
cobertura del Señor a causa de haber endurecidos sus corazones.
Dice San
Pablo en Efesios 6:12: "Porque no
estamos luchando con gente de carne y hueso, sino contra malignas fuerzas
espirituales del cielo, las cuales tienen mando autoridad, y dominio y sobre
este mundo oscuro". Así que no nos dejemos engañar. Cada vez que
sintamos algo negativo en nuestro corazón hacia otra persona, levantémonos con
poder y autoridad para rechazar todo pensamiento que nos lleva a la cautividad.
No veamos a la persona, sino a Satanás que utiliza aún a las personas que más
amamos.
La gran
noticia es que Jesús vino a darnos libertad. "Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente
libres" (Juan 8:36). Y cuando somos libres, es cuando hemos encontrado
el amor. Estamos listas para amar y honrar a Dios, amar y aceptar a las persona
que nos rodean, entendiendo que no son perfectas, igual que nosotras no somos
perfectas. Amamos a pesar de y no por qué. A nuestros hijos los amamos con todos sus defectos y cualidades,
no porque sean perfectos, sino porque son nuestros hijos. Es de de esa manera
que debemos amar, pues el amor fluye de la misma fuente, que es Dios. Jesús nos
manda a amar a nuestros enemigos "También
han oído que antes se dijo 'ama a tu amigo y odia a tu enemigo', pero yo les
digo; amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen"(Mateo 5:43)
Sé que
humanamente no es fácil, el orgullo se antepone. Pero cuando nos rendimos con
un corazón humilde es cuando el Espíritu Santo viene a nuestro auxilio para darnos
la capacidad de amar. Dios no desprecia un corazón contrito y humillado. A si pues vengamos a Él reconociendo nuestro
pecado y pidámosle que nos sane toda herida del pasado y del presente y que
cada día permitamos que la belleza de la mujer virtuosa de proverbios 30.31 se
vaya desarrollando en nuestro caminar con Jesús.
¡El Señor las
bendiga a todas!
Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”