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jueves, julio 21, 2016

Los gigantes de nuestra mente



Le dijeron a Moisés. Fuimos a la tierra a la que nos enviaste. Realmente es una tierra donde la leche y la miel corren como el agua, y estos son los frutos que produce. Pero la gente que vive allí es fuerte, y las ciudades son muy grandes y fortificadas. Además  de eso, vimos allá descendientes del gigante Anac” (Números 13:27.29).

Dios mandó a Moisés a que enviara hombres a inspeccionar la tierra de Canaán, que era la tierra que Dios le había prometido a su pueblo. Los hombres que fueron enviados se asustaron al ver que la gente que habitaba era fuerte y gigante. Humanamente es normal el temor de enfrentarse a lo desconocido. Hay gente o circunstancias más fuertes que las  nuestras y muchas veces nos hacen perder de vista nuestro propósito. A estos hombres se les olvidó que era una promesa de Dios y que ellos tenían que conquistar esa tierra con el respaldo del Todopoderoso.

“Entonces Caleb hizo callar al pueblo que estaba ante Moisés, y dijo: ¡Pues vamos a conquistar esa tierra! Nosotros podemos conquistarla” (Números 13:30).

Caleb era un hombre valiente y con una mente visionaria. Él sabía que Dios los respaldaba y en ningún momento dudó del poder de Dios. Los hombres que habían ido a explorar la tierra insistían que era un lugar malo y el miedo los embargó. “Y se pusieron a decir a los israelitas que el país que habían ido a explorar era muy malo. Decían: La tierra que fuimos a explorar mata a la gente que vive en ella, y lo hombres que vimos allá eran enormes. Vimos también a los gigantes, a los descendientes de Anac. Al lado de ellos nos sentíamos como langostas, y así nos miraban ellos también” (Números 13:32).   

Josué y Caleb, hombres de asombrosa fe, vieron las cosas desde otra perspectiva. “Y dijeron a todos los israelitas ¡La tierra que fuimos a explorar es excelente! Si el Señor nos favorece, nos ayudará a entrar a esa tierra y nos la dará. Es un país donde la leche y la miel corren como el agua. Pero no se rebelen contra el Señor, ni le tengan miedo a la gente de ese país, porque ellos van a ser pan comido para nosotros; a ellos no hay quién los proteja, mientras que nosotros tenemos de nuestra parte al Señor. ¡No tengan miedo!” (Números 14: 7.9)

Cuántas veces hemos actuado como los espías cobardes y miedosos que Moisés envió a Canaán. Se nos han presentado situaciones en  las cuales pudimos tener logros positivos para nuestras vidas, pero el miedo nos ha paralizado. Hemos dado lugar a que gigantes se levanten en nuestras mentes y nos digan que no podemos. La cobardía nos invade a tal punto de llevarnos a frustrar en el plan de Dios para nuestras vidas.

Esos gigantes se posesionan de nuestra mente para hacernos creer que  somos tan insignificantes  que es imposible luchar y triunfar. De antemano nos damos una respuesta negativa y nos acomodamos dentro de nuestra conmiseración pensando que somos víctimas de los demás o de las circunstancias.

Se nos olvida que pertenecemos a Dios y que es Él quien libra nuestras batallas cuando realmente tenemos fe y confianza en su amor. Josué y Caleb dieron un informe completamente distinto a lo de los otros hombres. Ellos vieron lo positivo, vieron una tierra fértil y no se amedrentaron con los gigantes porque sabían que tenían la protección del Señor.

La actitud que Dios quiere que tengamos es la de Josué y Caleb. Él desea que nosotros cumplamos con nuestros propósitos, pero es nuestra decisión, nos dio libre albedrío. Decidimos confiar plenamente en Él, activar nuestra fe o dejarnos  vencer por los gigantes de la duda, el miedo, la cobardía, la inseguridad, el doble ánimo, la indiferencia, la conmiseración, la religiosidad o la ignorancia.

“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, amor y de buen juicio” (Timoteo 1:7)

Jesús venció en la cruz a Satanás y nos dio la libertad. Actuemos con la libertad que Él nos ha dado y venzamos  con su autoridad  a esos demonios que susurran en nuestra mente para engañarnos e impedir que la gloria de Dios se manifieste en nuestras vidas.

“A todo puedo hacerle frente, pues Cristo es quien me sostiene” (Filipenses 4:13).



¡Bendiciones! 



Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”