"El ladrón viene solamente para matar y destruir, pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10)
La
vida en abundancia que Jesús nos ofrece no es el dinero y bienes materiales,
sino la que viene de la fuente inagotable que proviene de su amor al dar su
vida por nosotros, llenándonos de amor, gozo y paz que sobrepasa todo
entendimiento.
Sabemos
que al ladrón que se refiere es Satanás, quien tiene el control de este mundo,
al cual mantiene engañado, haciendo creer a la humanidad que el verdadero valor
está en las cosas temporales de la Tierra. Por lo tanto, el ser humano se
encuentra enfocado en obtener lo que el mundo ofrece. Si no se logra poseer lo
que dicta el sistema, se llega a sentir frustración, tristeza, desesperación y
muy baja autoestima, porque se otorga el valor de sí mismo a lo material. Y si
se posee bienes, dinero y todo lo que conlleva a las riquezas, es cuando se da
lugar al orgullo, la prepotencia, haciendo sentir una supuesta superioridad ante los
demás.
"No amontonen riquezas aquí en la
tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Más bien
amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se
echan a perder, ni los ladrones entran a robar, pues donde esté tu riqueza,
allí estará también tu corazón (Mateo 6.19.21).
No
es que nuestro Padre no quiere que seamos prosperados. ¡Claro que sí! Pero la
prosperidad que viene de Él, la que produce paz y bendición para otros. "El que mucho ambiciona, provoca
peleas, pero el que confía en el Señor, prospera" (Proverbios 28.25). Fácilmente
perdemos de vista que nuestra vida en la Tierra es pasajera y que nuestra alma
es eterna, y que estamos aquí con un único propósito, y es amar a Dios sobre
todas las cosas y a nuestro prójimo, y de esto depende como será nuestra vida
en la eternidad.
"Yo
sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su
mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor lo afirmo"
(Jeremías 29.11). Dios nos ama tanto que
él desea todo lo bueno para nosotros, pero lo que más le interesa es nuestra
salvación, y por esa razón envió a su Hijo Jesús a dar su vida por nosotros.
"Finalmente el diablo lo llevó a un
cerro muy alto, y mostrándole todos los países del mundo y la grandeza de
ellos, le dijo: -Yo te daré todo esto si te arrodillas y me adoras. Jesús le
contestó: -Vete, Satanás, porque la escritura dice 'Adora al Señor tu Dios, y
sírvele solo a Él'. Entonces el diablo se apartó de Jesús, y unos ángeles
acudieron a servirle" (Mateo 4.8.11).
El
diablo se atrevió a tentar a Jesús, sabiendo que era el Hijo de Dios. En su
maldad, tenía la esperanza de que flaqueara y así no cumpliera con el propósito
por el cual había sido enviado, que era la de salvarnos. Cuanto más a nosotros
que somos de naturaleza pecaminosa, recurre a todo tipo de tentaciones para que
nos alejemos de la presencia del Padre y no se cumpla el propósito por el cual
fuimos creados. Es importante conocer las escrituras, pues es la espada que
Dios nos ha dado contra los ataques del enemigo. Vemos en Mateo 4.10, como
Jesús reprende a Satanás con la escritura, donde no puede refutar lo que Dios
estableció.
"Pero bendito el hombre que confía
en mí, que pone en mi su esperanza. Será como un árbol plantado a la orilla de
un río que extiende sus raíces hacia la corriente y no teme cuando llegan los
calores y su follaje está siempre frondoso. En tiempo de sequía no se inquieta
y nunca deja de dar fruto. (Jeremías 17.7.8).
Cuando
ponemos totalmente nuestra confianza en el Señor y somos diligentes en donde
hemos sido colocados, no temeremos a nada. Nuestros corazones mantendrán la paz
y obtendremos la vida abundante que Él nos quiere dar. Así como un árbol con
raíces profundas plantado a la orilla de un río siempre está frondoso en la
sequía, así nosotros, en medio de las pruebas, nuestra fe y esperanza estarán
fortalecidas y siempre tendremos los frutos del amor, de gozo, paz, paciencia,
humildad, que no llevaran a ver con claridad los verdaderos caminos a seguir. Y
junto con la sabiduría que nos brinda el Espíritu Santo es cuándo podremos
alcanzar la verdadera vida abundante, en lo espiritual, emocional, en nuestra
salud y en lo material.
Mantengamos
nuestra mirada en Jesús, Él nos dio la libertad. No permitamos caer en la
trampa del enemigo, que constantemente nos engaña y nos hace creer que no hay
esperanza. Busquemos la dirección de Dios en cada decisión a tomar, pues Él
sabe realmente lo que nos conviene. No nos afanemos por cosas inútiles que nos roba
la paz y el gozo, y muchas veces lleva a la depresión. Cada uno de nosotros
somos únicos para Él. Conoce cada una de nuestras necesidades. Debemos recibir
con alegría y agradecimiento las bendiciones, pero no nos enfoquemos en ellas, sino
en la fuente de la bendición, nuestro Padre, que nos ha dado toda bendición a
través de su Hijo Jesús.
"Dios puede darles a ustedes con
abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo
necesario, y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras"(2
Corintios 9.8).
¡Muchas
bendiciones!
Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”