“Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de alegría para todos. Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías del Señor” (Lucas 8:11).
Todos
los cristianos sabemos que hace un poco de más de dos mil años nació Jesús de manera milagrosa, en Israel. Dios escogió a María, una mujer llena de
gracia, que lo amaba con amor sublime. Su humildad y obediencia la hizo merecedora del privilegio más grande que cualquier ser humano pueda tener. Fue
escogida para que su Hijo, a través del Espíritu Santo, se encarnara en ella, y de
esa manera Jesús viniera en condición humana a vencer el
pecado y darnos vida, vida en abundancia.
El
amor y la misericordia de Dios hicieron que enviara a su Hijo a salvar al mundo
y a cada uno de nosotros, pues por causa del pecado seríamos destituidos de su
gloria. “Pues Dios amó tanto al mundo,
que dio a su único Hijo, para que todo el que cree en Él no muera sino que
tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino
para salvarlo” (Juan 3:16.17).
Es maravilloso
saber que somos amados a tal punto que Jesús nació, murió y resucitó, para que un día
estemos ante la presencia del Padre, disfrutando de aquello que nuestras mentes finitas no pueden imaginar,
pero nuestra fe nos mantiene firmes esperando las bendiciones que nuestro
Dios tiene reservadas para sus hijos, tanto aquí en la Tierra, como en nuestra
vida futura con Él.
Hoy, una vez más el mundo entero celebra la Navidad, para muchos una fiesta más, sin
siquiera haber escuchado de nuestro Señor y Salvador. No tienen idea que hay un Dios amoroso que desea que lo conozcan, y que lo amen para darles libertad y bendecirlos. Muchos otros si han
escuchado de Jesús, pero simplemente lo ven como un un
pretexto para celebrar. Los cristianos,
también nos hemos acomodado a lo que el mundo nos dicta, celebramos la navidad como una fiesta en la cual se hacen regalos, se adornan nuestras casas con lindas decoraciones y exquisitas comidas, pero los corazones se encuentran lejos de Dios. Debemos celebrar el maravilloso y grandioso regalo que Dios nos ha dado al enviar a su Hijo para nuestra salvacion.
¿Pero
qué es lo que Dios realmente espera de sus hijos? El rey David nos lo muestra
en el Salmo 51: 16.17: “Pues tú no
quieres ofrendas ni holocaustos, yo te los daría, pero no es lo que te agrada.
Las ofrendas a Dios son un espíritu dolido; ¡Tú no desprecias, oh Dios, un
corazón hecho pedazos!” Esa es la actitud correcta de un hijo de Dios, un
corazón totalmente rendido. El Padre nos acoge con amor cada vez que vamos
a Él, reconociendo nuestros pecados y debilidades. Es cuando viene un verdadero
renacer, y Jesús viene a morar en nuestros corazones. “Así hemos llegado a creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que
vive en el amor, vive en Dios y Dios en Él” (1 Juan 4:16).
Jesús
les dio un mandamiento a los apóstoles: “Les
doy este mandamiento nuevo. Que se amen los unos a los otros. Así como yo los
amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros” (Juan 13.34). El
primer mandamiento que Dios nos ha dado, es amarle a Él sobre todas las cosas.
Si lo amamos con un corazón sincero, seremos fuente de amor para otros como nos lo manda nuestro Señor. . En este tiempo difícil e incierto que estamos viviendo, solo a
través de Jesús podemos tener la verdad que nos conduce a la verdadera vida.
Que
esta navidad sea para reflexionar, y no demostrar nuestro amor solamente en esta
ocasión. Los regalos y la comida pasan,
pero la vida continúa y es en ella donde debemos demostrar nuestro amor
sincero a Dios y a nuestro prójimo.
¡¡Les
deseo una linda Navidad!!
Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy