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viernes, junio 03, 2016

Liberándonos del estrés

“Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce realmente al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer. Vengan a mi todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros” (Mateo 27:30)

El estrés es una tensión emocional que afecta nuestro espíritu, nuestra alma, nuestro cuerpo  y nuestro entorno. Es causado por cargas que nosotros mismos nos exigimos, o que otros nos han puesto. Desde que somos niños venimos arrastrando cargas impuestas, pues desde que entramos a la escuela se nos exigía cumplir con una serie de reglas y tareas que sin darnos cuenta nos mantenían ansiosos.

A muchas personas les resulta difícil manejar la ansiedad en medio de este mundo actual, pues nos mantenemos en una lucha sin fin para mantener el estatus que creemos que debemos tener para encajar en una sociedad que cada vez se vuelve más materialista y superficial.  Cuando estamos afanados tratando de lograr el éxito o las metas que nos hemos propuesto, hemos dejado a un lado lo más importante y precioso que Dios le pudo haber dado al ser humano, el alma.

Recordemos que somos templo del Espíritu Santo, si hemos hecho a Jesús nuestro Señor. La ansiedad es lo contrario a la paz, y la paz es un fruto del Espíritu Santo, por lo tanto, cuando nos encontramos preocupados, ansiosos y malhumorados lo estamos contristando.
La ansiedad o estrés se manifiesta de diferentes maneras.  Enfermando nuestro cuerpo, o llevándonos a la depresión y tristeza o a al mal carácter haciendo la vida difícil a los que nos rodean. Jesús nos dice en este versículo que vayamos a Él y le entreguemos nuestras cargas y trabajos, y Él nos hará descansar. Él no quiere que sus hijos  estén tristes y enfermos, nos  quiere sanos, llenos de vida, y  que tengamos la paz y el gozo que solo Él nos puede dar.

La vida no es fácil, podríamos decir que es dura. El desempleo, los sueldos que no alcanzan, las enfermedades, familias disfuncionales por malas relaciones en los matrimonios, divorcios, malos entendidos, trabajos que no satisfacen, soportar jefes prepotentes o compañeros envidiosos, vivir en una sociedad politizada, hipócrita, y desleal.  Desear dar lo mejor a los hijos y no poder, así como frustraciones de todo tipo, hacen que el estrés tome el control de nuestro ser. Pero si hemos entendido el amor del Padre a través de su hijo Jesús, nos daremos cuenta de esta maravillosa revelación que nos ofrece cuando nos pide que vayamos a ÉL.

La fuente de la ansiedad o la angustia es el diablo, pues el campo de batalla de Satanás es nuestra mente, y esa es la manera en la que este opera. Él pone un pensamiento negativo o pesimista  y si nosotros lo permitimos. Llegamos a creer esa mentira, y es cuando le damos lugar a la duda y al temor.

¿Pero a qué se refiere Jesús cuando dice que aceptemos su yugo? El yugo es un instrumento de madera que se utiliza para poner en la cabeza de dos bueyes para poder manejarlos y usarlos en el arado. Es una manera de tenerlos sometidos para que puedan remover la tierra. Cuando estamos fuera de la voluntad de Dios, estamos sometidos a este mundo y a todos los engaños del diablo. Nos maneja muy sutilmente, y sin darnos cuenta estamos siendo manipulados por el yugo de Satanás. Nos pone cargas difíciles que nos llevan a la angustia y desesperación.  El yugo que Jesús nos ofrece, es un yugo ligero, pues de Él proviene todo lo bueno y perfecto, aunque estemos en medio de la prueba, Él nos fortalece, nos llena de fe, paciencia, paz y amor. Pablo nos dice en Romanos 8:28: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, a los cuales Él ha llamado de acuerdo a su propósito”

Cuando el Señor permite pruebas a sus hijos, es porque hay un propósito. Él quiere que nuestra alma sea fortalecida y crezcamos en fe. Pero depende de la forma que hemos tomado la prueba, si la hemos tomado con paciencia, Él nos dará todas las cosas, pero Él sabe cuál es el tiempo perfecto, y eso es cuando nuestro corazón se ha vuelto sencillo y humilde.  

Hay situaciones en la vida que son muy duras y creemos que no la podremos soportar. Humanamente es muy difícil enfrentar dolores muy fuertes. Pero Jesús nos pide que aprendamos de Él, que es paciente y humilde de corazón, pues Él sabía lo que le esperaba, la muerte en la cruz para derrotar a Satanás, y rescatarnos del pecado. Él soportó todo el sufrimiento y la maldad de este mundo con humildad y paciencia por amor.
Dios nos ama tiernamente, Él conoce todo lo que nos acontece.  “En cuanto a ustedes mismos, hasta los cabellos de la cabeza los tienen contados uno por uno. Así que no tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos” (Mateo 10:30)

Hagamos un alto a la lucha que enfrentamos con nosotros mismos y permitamos que sea Jesús quien guíe nuestras vida para que podamos tener el descanso que Él nos ofrece.

“El Señor es mi pastor, nada me falta. Me hace descansar en verdes pastos, me guía por arroyos de tranquilas aguas, me da nueva fuerzas y me lleva por caminos rectos haciendo honor a su nombre”. (Salmo 23 1:3)


¡Bendiciones!


Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”