“Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce
realmente al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce al Padre, sino el Hijo y
aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer. Vengan a mi todos ustedes que
están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el
yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde;
así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a
llevar son ligeros” (Mateo 27:30)
El
estrés es una tensión emocional que afecta nuestro espíritu, nuestra alma,
nuestro cuerpo y nuestro entorno. Es
causado por cargas que nosotros mismos nos exigimos, o que otros nos han
puesto. Desde que somos niños venimos arrastrando cargas impuestas, pues desde
que entramos a la escuela se nos exigía cumplir con una serie de reglas y
tareas que sin darnos cuenta nos mantenían ansiosos.
A
muchas personas les resulta difícil manejar la ansiedad en medio de este mundo
actual, pues nos mantenemos en una lucha sin fin para mantener el estatus que creemos
que debemos tener para encajar en una sociedad que cada vez se vuelve más
materialista y superficial. Cuando
estamos afanados tratando de lograr el éxito o las metas que nos hemos
propuesto, hemos dejado a un lado lo más importante y precioso que Dios le pudo
haber dado al ser humano, el alma.
Recordemos
que somos templo del Espíritu Santo, si hemos hecho a Jesús nuestro Señor. La
ansiedad es lo contrario a la paz, y la paz es un fruto del Espíritu Santo, por
lo tanto, cuando nos encontramos preocupados, ansiosos y malhumorados lo
estamos contristando.
La
ansiedad o estrés se manifiesta de diferentes maneras. Enfermando nuestro cuerpo, o llevándonos a la
depresión y tristeza o a al mal carácter haciendo la vida difícil a los que nos
rodean. Jesús nos dice en este versículo que vayamos a Él y le entreguemos
nuestras cargas y trabajos, y Él nos hará descansar. Él no quiere que sus hijos
estén tristes y enfermos, nos quiere sanos, llenos de vida, y que tengamos la paz y el gozo que solo Él nos
puede dar.
La
vida no es fácil, podríamos decir que es dura. El desempleo, los sueldos que no
alcanzan, las enfermedades, familias disfuncionales por malas relaciones en los
matrimonios, divorcios, malos entendidos, trabajos que no satisfacen, soportar
jefes prepotentes o compañeros envidiosos, vivir en una sociedad politizada,
hipócrita, y desleal. Desear dar lo
mejor a los hijos y no poder, así como frustraciones de todo tipo, hacen que el
estrés tome el control de nuestro ser. Pero si hemos entendido el amor del
Padre a través de su hijo Jesús, nos daremos cuenta de esta maravillosa
revelación que nos ofrece cuando nos pide que vayamos a ÉL.
La
fuente de la ansiedad o la angustia es el diablo, pues el campo de batalla de
Satanás es nuestra mente, y esa es la manera en la que este opera. Él pone un
pensamiento negativo o pesimista y si
nosotros lo permitimos. Llegamos a creer esa mentira, y es cuando le damos
lugar a la duda y al temor.
¿Pero
a qué se refiere Jesús cuando dice que aceptemos su yugo? El yugo es un
instrumento de madera que se utiliza para poner en la cabeza de dos bueyes para
poder manejarlos y usarlos en el arado. Es una manera de tenerlos sometidos
para que puedan remover la tierra. Cuando estamos fuera de la voluntad de Dios,
estamos sometidos a este mundo y a todos los engaños del diablo. Nos maneja muy
sutilmente, y sin darnos cuenta estamos siendo manipulados por el yugo de
Satanás. Nos pone cargas difíciles que nos llevan a la angustia y
desesperación. El yugo que Jesús nos
ofrece, es un yugo ligero, pues de Él proviene todo lo bueno y perfecto, aunque
estemos en medio de la prueba, Él nos fortalece, nos llena de fe, paciencia,
paz y amor. Pablo nos dice en Romanos 8:28: “Sabemos
que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, a los cuales
Él ha llamado de acuerdo a su propósito”
Cuando
el Señor permite pruebas a sus hijos, es porque hay un propósito. Él quiere que
nuestra alma sea fortalecida y crezcamos en fe. Pero depende de la forma que hemos
tomado la prueba, si la hemos tomado con paciencia, Él nos dará todas las cosas,
pero Él sabe cuál es el tiempo perfecto, y eso es cuando nuestro corazón se ha
vuelto sencillo y humilde.
Hay
situaciones en la vida que son muy duras y creemos que no la podremos soportar.
Humanamente es muy difícil enfrentar dolores muy fuertes. Pero Jesús nos pide
que aprendamos de Él, que es paciente y humilde de corazón, pues Él sabía lo
que le esperaba, la muerte en la cruz para derrotar a Satanás, y rescatarnos
del pecado. Él soportó todo el sufrimiento y la maldad de este mundo con
humildad y paciencia por amor.
Dios
nos ama tiernamente, Él conoce todo lo que nos acontece. “En
cuanto a ustedes mismos, hasta los cabellos de la cabeza los tienen contados
uno por uno. Así que no tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos”
(Mateo 10:30)
Hagamos
un alto a la lucha que enfrentamos con nosotros mismos y permitamos que sea
Jesús quien guíe nuestras vida para que podamos tener el descanso que Él nos
ofrece.
“El Señor es mi pastor, nada me falta. Me hace descansar
en verdes pastos, me guía por arroyos de tranquilas aguas, me da nueva fuerzas
y me lleva por caminos rectos haciendo honor a su nombre”. (Salmo 23 1:3)
¡Bendiciones!
Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”